EL OLMO DE LA LONJA

Si algo tienen todos los Caudeteños clavado como una espina, es la perdida del Olmo de la Lonja.

Que desde la población se hizo todo lo posible por evitarlo, no hay duda.

Pero la dichosa “Grafiosis” que está destruyendo millones de ellos en todo el mundo, avanzó sin piedad y se lo llevo por delante.

Parece ser que un pequeño coleóptero como este, (Scolytus scolytus) es el encargado de repartir los hongos malignos, “Ceratocystis ulmi” que son los causantes de la destrucción de los árboles, no hubo manera de impedirlo.
Cuando se detectan los primeros síntomas, difícilmente se consiguen soluciones definitivas, tarde o temprano el hongo hace su función destructora.
Somos muchos aún los que guardamos recuerdos personales a la sombra de dicho Olmo.

Ahora han plantado un Olivo…. ¿?¿?...

¡¡Bien!, como árbol duro y centenario no esta mal, para los mas creyentes, encima es un árbol Bíblico y se encuentra, no ya en la “Lonja” (ésta tampoco existe ya), si no en la “puerta-plaza” de la Iglesia, ¡pues bien!,….. todo esta muy bien cuando uno tiene que conformarse, pero es conveniente mantener el recuerdo de lo que fue y no pudo ser.
Personalmente me hubiera gustado insistir una y mil veces contra las adversidades de la naturaleza, e intentar haber conseguido que otro Olmo sustituyera al histórico, seguramente se tomo la decisión mas fácil, la mas correcta técnicamente, pero no histórico y sentimental,...... es mi opinión naturalmente.
Desde este portal, hago un canto al Olmo desaparecido con este poema de Antonio Machado.

A un olmo seco (una obra)

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verde le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

hunden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que, rojo en el hogar, mañana

ardas, de alguna misera caseta

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hacia la mar te empuje,

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

A.M.